jueves, 17 de febrero de 2011

El uso continuado del portatil en el regazo provoca el “sindrome de la piel tostada”

Es una pena que la mayoría de los usuarios no lea nunca el manual de sus ordenadores portátiles. Si lo hicieran, encontrarían que prácticamente todos los fabricantes, por consejo de sus abogados, recomiendan encarecidamente no utilizar el ordenador sobre las rodillas, porque se pueden calentar el exceso. En realidad la cosa es mucho más grave. Han tenido que ser los investigadores suizos Andreas Arnold and Peter Itin quienes emitan un rotundo “eso no se hace”.

Se conoce como “síndrome de la piel tostada”. Es una enfermedad que antes atacaba sobre todo a las abuelitas que se quedaban dormidas con los pies cerca del brasero, o a los señores feudales que se adormecían siempre dando el mismo lado a la chimenea. Ahora le ocurre a los trabajadores nómadas que pasan demasiadas horas con el ordenador encendido sobre las rodillas. Los síntomas consisten en coloraciones extrañas de la piel, que lo mismo se torna pálida y con rayas parecidas a las de un viejo pergamino que presenta zonas más oscuras que el resto.
Para que se produzca este síndrome no basta una exposición ocasional. Se produce en personas que colocan el ordenador en el regazo muchas horas al día durante meses e incluso años. Y no ocurre con todos los ordenadores portátiles del mercado. Hay algunos fríos como la voz de acero de Harry el Sucio mientras que otros se calientan tanto que podrías hacer el desayuno encima de ellos.

Los científicos han encontrado en los últimos tres años al menos 10 casos documentados en los que una exposición continuada y de larga duración al calor provocado por el ordenador portátil, ha generado un oscurecimiento de la piel similar al que se produce cuando se toma el sol. El calor no es suficiente como para provocar otro tipo de lesiones, pero los dermatólogos avisan que si esta costumbre se mantiene durante muchos años, podría acabar provocando cáncer de piel, y en el caso de los usuarios varones además problemas en los “pendientes reales”.

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