lunes, 14 de marzo de 2011

¿Porque la gente lleva piercings?

¿POR QUE LA GENTE LLEVA PIERCINGS?

Los jóvenes de hoy día son bastante gregarios en sus modos de vida, usos y

costumbres. A menudo se dejan llevar o arrastrar por lo que hace el grupo, la pandilla,

la banda, hasta extremos que pueden ser perjudiciales. Si en el grupo casi todos fuman,

la presión sobre el que no fuma para que también lo haga será una constante. Este

borreguismo se lleva también a otros terrenos, por ejemplo al de las modas en el vestir

y, ni que decir tiene, al de los “piercings” y tatuajes. Se trata de costumbres del ámbito

anglosajón, que no existían en la España de finales de los 60 y que poco a poco se

fueron introduciendo al hilo de la mayor libertad que hubo en nuestro país con la

llegada de la democracia. La libertad es buena, ciertamente, pero hay que saber

utilizarla y no apuntarse a lo primero que uno vea en otras personas simplemente porque

sea llamativo. [“¡Qué guay, tronco! ¡Mira qué bien me queda, colega!”] La primera

pregunta que debemos hacernos es: ¿es siempre bueno todo lo que nos viene de fuera?

¿Es que debemos dejar nuestras costumbres y tradiciones para apuntarnos a las

costumbres extranjeras para estar a la moda?

En segundo lugar, si algunos creen ser más originales usando estos artilugios o

adornos, que piensen si imitar las modas ajenas es ser verdaderamente original o si, por

el contrario, no nos convertimos en una especie de clon de otras personas. La verdadera

originalidad no está en lo externo, sino en la personalidad. Eso lo sabe cualquier

persona inteligente. Eso no significa que yo pretenda insultar o llamar tontos a los que

los llevan, ¡Dios me libre! Simplemente digo que prefiero ser original, pongamos por

caso, por tener un mayor equilibrio emocional, por tener una amplia cultura, por

dominar varios idiomas, es decir, por cualidades de la personalidad, antes que por llevar

un aditamento que es algo externo al cuerpo y que acaba formando parte de tu cuerpo

como si fueras tú mismo. El cuerpo es naturaleza y no es cultura y los individuos que se

dejan seducir por estas modas foráneas confunden ambos planos: mezclan la naturaleza

(el cuerpo) con la cultura (“piercings” y tatuajes). Son dos cosas que no deben

mezclarse, deben ir siempre separadas. El cuerpo es el sustrato, lo que permanece. La

ropa que me pongo va cambiando porque no es la percha, no es el sustrato. En cambio,

el tatuaje pasa a formar parte del sustrato; el “piercing” menos, pero también, porque

una vez que te lo haces el agujero queda hecho y ya no te lo quitas.

Somos originales o nos distinguimos de los otros por nuestro origen. Y el origen tiene

mucho que ver con la clase social a la que uno pertenece por haber nacido en una

determinada familia, por tener estos padres y no otros, estos abuelos y no otros, por

vivir en este barrio y no en aquel, o por estar en esta ciudad y no en aquella otra, por

recibir esta educación y no esa otra. Eso es lo que confiere verdadera originalidad, un

sello que es muy difícil suprimir, pues esa impronta la llevaremos siempre. La

originalidad no es algo postizo de quita y pon, como los “piercings” o los tatuajes. Que

quede claro. Por eso dice el refrán: “Genio y figura hasta la sepultura”.

Si algunos creen descubrir la pólvora con estos adornos, que piensen que ya los

pueblos antiguos los utilizaban, especialmente civilizaciones que hoy consideramos

bárbaras o semisalvajes. No hay por tanto nada original en este “revival” o reviviscencia

de usos arcaicos que tienen miles de años. Más bien se trata de una vuelta atrás, de una

regresión, un retorno a épocas de barbarie, como demostraré a lo largo de este artículo.

Los tatuajes y los “piercings” pertenecen a ese orden de cosas que no son ni buenas ni

malas, que no hacen daño a nadie (es un decir, porque a algunos les causan verdaderos

estragos en la piel, infecciones y problemas de todo tipo), pero que son de mal gusto y

revelan una baja extracción social de los individuos que se dejan llevar por estas

prácticas, y que inducen a la desconfianza, pues van asociados a personas de dudosa

reputación. Esa es mi opinión y supongo que tengo derecho a ella, aunque haya

personas que no estén de acuerdo. ¿Han visto ustedes a muchas personas de la alta

sociedad que los lleven? Sinceramente, yo, aunque no pertenezco a la alta sociedad, he

visto a muy pocas. Y si algunos las llevan, determinados cantantes o grupos, como

Madonna, Eminem, es por halagar los gustos de un público que es el que les compra los

discos y es el que asiste a sus macroconciertos. No es que yo proponga la idea de que

debamos seguir ciegamente las modas de los que ocupan las capas más altas de la

sociedad. Es cierto que entre la progresía más rancia se estila eso de llevar “piercings”, como un

signo de “buen rollito”. También lo de ponerse pendientes en las orejas (en al menos

una de las dos orejas) los varones.

Personalmente :

Asocio los tatuajes y “piercings” al mundo del rock, del “heavy metal” y de los

“punkies”; en muchos casos se trata de grupos de subculturas marginales, como las

sectas satánicas y otras de semejante ralea. No se trata de demonizar ni de satanizar

estas costumbres juveniles, pero visto lo visto, cuando vean a alguien con un tatuaje o

un “piercing” empecemos por informarnos de qué tipo de persona se trata, porque se

pueden encontrar cualquier cosa, desde un traficante de drogas a pequeña escala hasta

un “okupa”, desde un miembro de una mara hasta uno de una secta del tipo que sea.

Pero al fin y al cabo todos somos iguales llevemos piercings o no, el llevar piercing no es motivo de desprecio o rechazo hacia otra persona .

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